Al debatir los pros y los contras del reciente estado de emergencia (SOE en inglés) y el desafío que enfrenta nuestro gobierno para intentar frenar la ola de delincuencia y violencia en nuestro pequeño Belize, y al observar los métodos y enfoques drásticos implementados en otros países, inevitablemente la discusión debe conducir a la pregunta de “cómo nos gobiernan,” el tipo de liderazgo que generamos en nuestras elecciones y si el sistema funciona como deseamos. La idea misma de dictadura y totalitarismo nos resulta aborrecible a la mayoría, pero dada la forma en que las democracias se han desarrollado y han sido subvertidas por el gran capital en muchas situaciones, existe un clamor constante, tanto en el poderoso Estados Unidos como en el pequeño Belize, de que los dos partidos principales dictan el flujo de poder entre sí, y que los terceros partidos no tienen ninguna posibilidad en el sistema electoral actual. En Belize, muchos ciudadanos se han referido al PUDP como una muestra de su sentimiento de que los grandes capitalistas aún tienen más influencia que las masas, independientemente del partido que esté en el poder. Con el trabajo de la Comisión de Constitución a punto de concluir, aquí se proponen dos sugerencias tardías para su consideración: 1. No fijar límites de mandato para los aspirantes a líderes; y 2. Hacer de la Comisión Electoral un organismo independiente, no partidista, pagado con fondos públicos, pero designado por, y responsable ante, una junta compuesta por representantes del Senado y todos los partidos políticos activos, y en la que el partido en el gobierno tenga el menor número de miembros.
Los grandes líderes son un tesoro, mientras que los oportunistas políticos y los sinvergüenzas desprestigian la profesión política. El paso del tiempo nos pasa factura a todos; y si no es el partido, entonces será el pueblo, en elecciones libres y justas, quien determine cuándo un exlíder popular debe “colgar los guantes”, si él o ella no toma la decisión personal de hacerse a un lado. Solo cuando el titular ha subvertido el sistema electoral, la perpetuación del poder se convierte en una amenaza para la democracia popular. Al parecer, para evitar este deslizamiento hacia una falsa democracia, donde las elecciones han sido amañadas y el pueblo se queda con lo que en realidad es un liderazgo autoritario funcional que se hace pasar por una democracia, surgió la idea de limitar el mandato de los líderes en las democracias de todo el mundo. Y algunos han pedido que Belize siga el ejemplo, tal como hicimos en la década de 1990 con nuestra economía, siguiendo la tendencia de la privatización, para nuestro gran detrimento, lo que condujo rápidamente al temido Superbono. Desaconsejamos cualquier legislación de este tipo, que podría perjudicar más que beneficiar. ¿Habría logrado Belize la independencia en medio del gran revuelo internacional en torno al reclamo guatemalteco si el Padre de la Patria, George Price, se hubiera visto obligado a dimitir en su mejor momento político tras tres mandatos, por ejemplo, en 1974? No es que su sucesor no hubiera estado a la altura; pero, como en cualquier deporte, ¿por qué arriesgarse a cambiar una fórmula enormemente exitosa y ganadora si no es necesario hacerlo? En todos los ámbitos de la industria, y en otras áreas de gobierno, incluso en los tribunales, se considera que la edad aporta mayor sabiduría, y solo la enfermedad, las decisiones internas del partido o la elección personal deberían llevar a un líder popular y exitoso a dimitir, como hizo Price en 1996.
Esta cuestión del límite de mandatos evoca dos casos en nuestra región: Honduras y el presidente Manuel Zelaya hace un par de décadas; y Bolivia y el expresidente Evo Morales en la actualidad. Ambos eran líderes de izquierda muy populares; y se sospecha ampliamente que hubo presión externa en su contra. Esto plantea la pregunta de qué propósito y a quién sirven los límites de mandato.
En 2009, un golpe militar destituyó a Zelaya con la anuencia de la Corte Constitucional, después de que éste solo hubiera expresado su intención de intentar reformar la Constitución para eliminar el límite de mandatos y así poder presentarse a la reelección. Cientos de miles de hondureños salieron a las calles para protestar contra su destitución y, según phr.org, “Si bien la legitimidad de la destitución de Zelaya aún es ampliamente cuestionada, la brutal respuesta del gobierno del presidente interino Roberto Micheletti contra manifestantes pacíficos está bien documentada. ONGs locales e internacionales denunciaron ataques diarios y violaciones de derechos fundamentales contra civiles que protestaban contra el ‘juicio político’ a Zelaya.”
La cuestión del límite de mandatos está actualmente en el punto de mira en la nación sudamericana de Bolivia, donde se celebrarán elecciones presidenciales en agosto de este año. Al parecer, Evo Morales, quien fuera tres veces presidente, aspira a postularse nuevamente a la presidencia y cuenta con un amplio apoyo, pero el obstáculo del límite de mandatos se lo impide.
El Tribunal Constitucional de Bolivia le está impidiendo a Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, quien ejerció tres mandatos consecutivos (2006-2009, 2010-2014 y 2015-2019), presentarse a las elecciones del 17 de agosto debido a su fallo sobre el “Artículo 168, que establece que el presidente y el vicepresidente pueden ser reelegidos ‘una sola vez consecutiva'”.
La tensión es alta en Bolivia, ya que los partidarios de Morales, quien aún tiene solo 65 años, están agitando ferozmente a su favor. Este es un caso claro en el que la ley de límite de mandatos está alimentando el descontento y la posible violencia, donde lo único que la gente quiere es el derecho a votar por el líder de su elección. No hay garantía de que Morales gane, pero en una verdadera democracia, el pueblo debe decidir quién quiere que lo lidere.
La situación sigue en crisis, con manifestantes que apoyan a Morales acusados por las autoridades de “bloquear carreteras en el centro de Bolivia” e intentar “alterar el orden democrático”.
Morales, desafiante, declaró: “Solo el pueblo puede pedirme que decline mi candidatura… Durante 14 años, mantuvimos un tipo de cambio único, distribuimos la riqueza del Estado al pueblo mediante obras públicas y bonos, y defendimos nuestros recursos naturales contra la voracidad del Imperio y sus corporaciones transnacionales”. (www.telesurenglish.net)
Si después de 14 años el pueblo no está harto de ti y no quiere expulsarte, algo bueno has hecho por lo que quieren que regreses.
¿Es el liderazgo nacional una recompensa para jóvenes aspirantes que aún no han probado ese poder, o es una responsabilidad que recae sobre aquellos, mayores o jóvenes, a quienes el pueblo quiere que los lideren? ¿Qué es la democracia si limita el poder de decisión del pueblo? ¿Es entonces la democracia un instrumento voluntario para que las grandes potencias controlen el liderazgo de las pequeñas naciones, y las disposiciones constitucionales sobre la limitación de mandatos son solo otra herramienta del neocolonialismo?
Belize no debería seguir el camino de la limitación de mandatos para nuestros líderes; pero sin duda, y con urgencia, debemos modificar la estructura y la composición de nuestra Comisión Electoral para liberarla de la trampa de la interferencia y el control partidista.
¡Unas elecciones verdaderamente libres y justas son vitales para que el pueblo tenga poder!